¿Qué es eso del coworking?

Está claro que lo primero que encuentras al atravesar las puertas de un espacio coworking es “a mucha gente trabajando en un mismo local”. Probablemente no estén en cubículos sino distribuidos por el espacio, tanto en las mesas de trabajo como en la terraza, sentados en algún sillón o sofá o tomando café mientras tienen una videoconferencia. Todos ellos forman la comunidad coworker. Dentro de dicha comunidad están los gestores del espacio y los coworkers. El equipo de gestores está conformado por los socios fundadores y sus colaboradores. Se encargan de llevar los temas logísticos y administrativos. Son, además, facilitadores dentro de la comunidad. Asisten a los coworkers y fomentan el sentimiento de pertenencia del grupo.

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Un coworking NO es un espacio compartido de trabajo en el que un grupo de personas pagan a partes iguales los gastos de alquiler, etcétera. En ese modelo, más parecido a un “piso de estudiantes”, no existe comunidad, intencionalidad ni objetivos más allá de ahorrar gastos. El valor añadido de los espacios coworking es el perfil de los coworkers y la idiosincrasia que los gestores del espacio sepan darle. Estos coworkers acuden al espacio con plena libertad, sin más atadura que la cuota que tengan contratada y que suele ser bastante flexible por definición. Varios días al mes, flexible, a diario, con mesa fija, con portátil, con ordenador sobremesa…

El perfil de usuario de un espacio coworking es un profesional en activo (es decir, que puede asumir el gasto que supone una cuota), de manera que cada coworker es un potencial caso de éxito en su sector. Si la comunidad es amplia, estos profesionales tienen al alcance de la mano expertos en otras áreas con los que seguro en algún momento podrán colaborar. Si te dedicas a la comunicación, por ejemplo, sin tener que levantarte del puesto puedes obtener presupuesto y consejo en programación, diseño gráfico, ilustración, traducción, diseño de espacios, eventos y comunidades. Un coworking es, por tanto, el caldo de cultivo perfecto para que surjan colaboraciones profesionales e incluso nuevas empresas. Como en el tradicional chiste “esto es un ingeniero, un diseñador, un programador y un traductor que se juntan en un coworking” y luego pasa algo 😉

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Existen, sobretodo en Estados Unidos, coworkings especializados en los que encontrarás perfiles de freelances relacionados con la comunicación, otros de creativos publicitarios, gente de negocios… El networking, las relaciones sociales, lo son todo. Y ese es uno de los puntos fuertes de trabajar en un coworking. Las sinergias surgen de la propia convivencia, mientras te tomas un café en el desayuno. O descubres el talento fotográfico de otro coworker que ha montado una exposición en el espacio. A lo mejor aunque te dedicas a la programación tienes una idea de negocio y te reúnes con dos o tres usuarios para proponerles montar una startup… Con tantas cabezas pensantes cada esquina de un espacio coworking es un hervidero de ideas.

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Para fomentar la comodidad de los coworkers y esa creatividad de la que hablábamos es importante el entorno. No es raro que la primera vez que alguien visita workINcompany diga “¡es como las oficinas de Google!”. Una decoración motivadora, zonas de esparcimiento y accesorios que ayuden a desconectar… Zona verde, office, terraza, ajedrez, pelotas de yoga,… cualquier cosa que ayude al desarrollo personal y profesional de los coworkers.

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Un buen espacio coworking tendrá una nutrida comunidad y una agenda de eventos, a los que acuden tanto los coworkers como la “comunidad flotante” del espacio. Es decir, personas que aunque vienen a los eventos y se implican todavía no han dado el paso de ser coworkers. En ese grupo, además de profesionales que trabajan desde casa o por cuenta ajena, entran los jóvenes emprendedores que aprovechan la experiencia del resto para poner en marcha o acelerar sus proyectos.

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La mejor manera de conocer un espacio coworking es trabajando con nosotros un día. Necesitarás: tu ordenador, el cargador y ganas de vivir la experiencia.


Por: Marta G. Navarro

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