Etapa nº 1:
“El tesoro es realizar, no la idea en sí”
Comenzando este experimento que es publicar en este blog quiero compartir con vosotros, para empezar, el enfoque de mis entradas: Compartir mi experiencia como emprendedor novato: Los “palos” recibidos, los consejos que me han dado y mi conocimientos a base de observar junto a aprender experimentando.
Lo enfoco con esa idea y contando lo que justamente estos días les digo a nuevos y viejos amigos que están iniciando este mismo camino. Y como todo tiene un comienzo, empecemos desde la linea de salida:
Casi cualquier ruta iniciada por un emprendedor tiene como principio una idea. Tendemos a pensar, desde nuestra perspectiva personal y limitada, que la idea apenas se ha trabajado, que cómo es posible que nadie la haya visto…
Todo esto termina convirtiéndola en una especie de anillo y a nosotros en “Gollum”: es nuestro tesoro que vino a nosotros y que nosotros encontramos. Y aquí tenemos la primera piedra con la que (casi) todos solemos tropezar, servidor incluido en su momento.
Y, por todo ello, solemos caer en varios errores típicos. El primero: respecto a la posesión y recelo a que otros conozcan nuestra idea.
No compartir la idea es un mal habitual bajo mi percepción, al menos por estos lares, aunque me cuentan que dicho error suele no tener fronteras. Ante esto, antes o después y por propia experiencia o por consejos de gente que vamos conociendo, aprendemos una de las máximas de esta tarea que es emprender: La idea no vale nada, lo que cuenta es la capacidad de ejecución.
Cualquier idea es fácilmente copiable. E, incluso yendo más allá, seguramente una muy similar se le ocurrió a cualquiera de los más siete mil millones de personas que tienes como vecinos planetarios. Tener una idea es relativamente sencillo… pero es recorrer los pasos, pegártela, pivotar (de lo que hablaré en post posteriores), corregir y sacar el proyecto adelante lo que convierte a éste en una realidad.
– ¿Emprendedores con un proyecto propio van a dejarlo todo para copiarte tu idea?
– En el caso de que no estuvieran trabajando en una: ¿Se van a enfrentar al reto de trabajar, desde cero, en una idea que probablemente conocen menos que tú?
– Y, finalmente, si a todo lo anterior se responde con un sí, ellos jamás podrán desarrollar la idea igual que tú.
Frente a esas desmitificadas desventajas de compartir tu idea, el universo de ventajas de sí hacerlo es enorme: sólo el «FeedBack» para mejorarla, que puede hacer que descubras muchos posibles errores antes de cometerlos (y así no sufrirlos, ahorrándonos su coste económico, anímico…) hace que merezca la pena.
Somos una gota en un océano inmenso y nuestro conocimiento es limitado. Aprovecha toda oportunidad que tengas para conversar sobre tu idea con otra persona y que ésta le vea los defectos que tú has pasado por alto. Es el paso más económico, rápido y eficaz para acercarte al comienzo de la ejecución real de tu idea. Y la primera etapa para poder acceder a la siguiente que trataré en el próximo post: el reunir un equipo.
¿Qué opináis? ¿Sufrís o habéis sufrido ese “síndrome de Gollum” que muchos emprendedores novatos hemos pasado? ¿Pensáis de manera diferente a esto que expongo?
¡Espero vuestros comentarios!
P. d: Por cierto, ¿os animaríais a participar en una especie de Club de la Comedia pero de Ideas de negocio (como ya se hace en otros países) para llevar a la práctica la búsqueda de «FeedBack«? Quedar una vez a la semana con otros emprendedores, y tener la oportunidad de exponer esas ideas que se te ocurren o incluso estés desarollando, además de escuchar las de otros y comentarlas.
AVISO:
– Este artículo está escrito desde una vista puramente subjetiva y personal.
– Se hablará muchas veces en general, consciente de que hay excepciones.
– Quien escribe es un novato que comparte su experiencia, NO un experto.
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